Historia de Curacaví

Descubre Curacaví: Historia, Ubicación y Atracciones Naturales

En el corazón de Chile, se encuentra Curacaví, una encantadora localidad con una extensión de 693,2 km2 y una población estimada de alrededor de 28.439 habitantes. Situada a tan solo 54 km de Melipilla, su nombre, que significa “Piedra del Festín”, revela un pasado rico en cultura y naturaleza.

En sus inicios, esta tierra fue habitada por comunidades indígenas, pero luego los colonizadores españoles llegaron y la bautizaron como “Tambo Viejo de Puangue”, debido a su ubicación junto al estero Puangue que la rodea.

Juan Bautista Pastene, un encomendero, dejó su huella al establecer una fábrica de frazadas y cuerdas utilizando el cáñamo y lino cultivados en la región, regados por las acequias del Puangue. Los jesuitas también desempeñaron un papel crucial, enseñando a los lugareños a cultivar viñas y legando tradiciones vitivinícolas que florecieron gracias al clima y el valle.

En 1894, el 6 de mayo, se estableció oficialmente la comuna de Curacaví, anteriormente parte de la hacienda del departamento de Melipilla. Durante los siglos XVIII y XIX, la localidad se transformó, dedicándose principalmente al cultivo de trigo.

La historia de Curacaví también se conecta con la antigua ruta del Camino Real, una vía vital entre Valparaíso y Santiago, que con la llegada del ferrocarril en 1863, perdió parte de su relevancia. Sin embargo, la iniciativa de construir el canal de las Mercedes en la década de 1880 revitalizó la actividad agrícola al integrar el valle de manera más completa.

Hoy en día, Curacaví destaca por su minería y exportación de uva, además de sus plantaciones de frutales y criaderos de aves. No obstante, es famosa por su deliciosa chicha y exquisitos dulces artesanales.

Ubicada estratégicamente a 50 km de Santiago, 30 km del aeropuerto de Pudahuel y 58 km de Valparaíso, Curacaví es un lugar privilegiado. Sus montañas, con alturas que superan los 1.500 metros, como las cuestas Barriga, Zapata y Lo Prado, ofrecen panorámicas impresionantes y son ideales para deportes de ala delta y parapente.

La flora autóctona se compone de quillayes, boldos, quila, canelos, peumos y más, mientras que en el mundo aviar, codornices, tordos y queltehues son solo algunas de las especies presentes en la comuna.

La riqueza histórica también es notable, con figuras como don Williams Rebolledo, nacido en la Hacienda de Curacaví, y sitios como las “piedras tacita” en El Pangal, pircas incásicas en Carén y las ruinas de las fundiciones jesuitas en la Cuesta Lo Prado, junto al parque y casa del presidente José Manuel Balmaceda.

Con su club de huasos, medialuna, campos deportivos, piscinas temperadas y un clima excepcional, Curacaví se presenta como un lugar ideal para disfrutar y explorar.

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